Se comienza por conocer el territorio y sus habitantes, revisando recursos disponibles y objetivos de prevención. Al construir un mapa del territorio utilizando imágenes satelitáles y el conocimiento de los actores locales, donde se incluyen brigadistas de CONAF, bomberos, etc. se hace una planificación de pastoreo, que consta básicamente de dos componentes. El primero es el consumo del material vegetal a través de sobre pastoreo, que impiden el crecimiento de las plantas, para la creación de cortafuegos. El largo y ancho de esta franja de cortafuego, donde se planifica un sobre pastoreo, se determina por las condiciones del terreno a intervenir. El segundo es el consumo del material vegetal a través de un pastoreo planificado que impide el sobre pastoreo, es decir, los lapsos de descanso de las plantas y el suelo regirán los tiempos de pastoreo para permitir una recuperación completa del terreno a nivel aéreo y radicular. Así, se verá una mejora en el suelo y las praderas, con limitado riesgo a incendiarse gracias a la alta retención de humedad y biodiversidad que permite estar verde durante más tiempo, aún en épocas de sequía.