La introducción de variedades modernas en el cultivo de especies frutales que son más productivas, con mayor resistencia a enfermedades y con mejor postcosecha, han desplazado del mercado a casi todas las variedades antiguas, las que, teniendo buenas cualidades organolépticas, han prácticamente desaparecido de nuestros campos de cultivo. Esta situación tiene consecuencias importantes desde el punto de vista de la conservación de germoplasma, ya que las variedades antiguas pueden constituir fuentes de genes para el desarrollo de nuevas variedades. Por lo tanto, la conservación de este germoplasma es crucial si el país quiere incentivar el desarrollo de programas de mejoramiento genético en especies frutales, que la actual política de innovación del país está impulsando. Desgraciadamente, existen muy pocas localidades en Chile donde aún se encuentren plantas de estas variedades antiguas. La localidad de Caleu, ubicada a unos 60 km al noroeste de Santiago, en los faldeos orientales de la Cordillera de la Costa, es una de estas localidades. Diversas razones derivadas del origen y cultura de esta localidad, nos hacen pensar que tal vez sea éste, uno de los pocos lugares donde aún se conserven variedades probablemente derivadas de las primeras introducciones de especies frutícolas que ocurrieron en el país, con ocasión de la conquista española.