Producto del cambio climático los otoños son cada año más cálidos y secos, con lo cual las plantas de arándano retrasan la caída de hojas y la entrada en receso invernal o endodormancia. Como consecuencia, parte de las yemas florecen en otoño provocando una cuaja deficiente, el crecimiento débil del fruto, una producción muy baja que no justifica la cosecha o, simplemente, la muerte de la flor/fruta a causa de heladas u otras condiciones poco propicias para su desarrollo. Cerca del 30% de los cultivares en Chile (y en otros países) son propensos a reflorecer en otoño, lo que puede implicar pérdidas productivas de hasta el 20%. De continuar el avance de este escenario climático, existe otro 39% de la superficie que estaría propensa a sufrir el mismo problema. En la actualidad, dichas pérdidas se estiman hasta en US$ 10 millones anuales.