El tomate es considerado actualmente como un commodity. Lo tradicional es que los consumidores se inclinen por un tomate que muestre una adecuada presentación, aunque dejan de manifiesto el deseo de contar con un producto cuyo sabor se asemeje al que tenían los tomates que se cultivaban antes de la "revolución de las variedades larga vida", es decir, "tomates con sabor a tomate". Por otro lado, existe un mercado interno creciente de consumidores más exigentes, que demandan productos diferenciados y exóticos, quienes están dispuestos a pagar precios más altos por productos novedosos, con mayores atributos de calidad y saludables. Estos consumidores son nacionales e internacionales (turistas), que además de consumir un producto, buscan “consumir una experiencia” que puede estar relacionada con un territorio, una tradición, una historia o una identidad que le ofrezca una experiencia distinta al alimentarse, la cual pueda comentar y transmitir.