Chile es un país diverso en su ruralidad, las condiciones geográficas y climáticas difieren entre la zona costera, valle central y zona andina, permitiendo la existencia de diversos productivos. Por tanto, su evaluación requiere un análisis más exhaustivo que solo su vinculación a los mercados y de los ingresos económicos percibidos. Esto se justifica en el hecho de que en las últimas décadas se han generado cambios dentro de los patrones socio-económicos del contexto rural, por ejemplo, modificaciones de los hábitos alimenticios, reducción de la diversidad alimentaria, dependencia de la institucionalidad pública y del sistema financiero debido a la baja reinversión de los excedentes en sus propios sistemas productivos. Desde el punto de vista ambiental, los cambios en los sistemas productivos han tenido como consecuencias: ruptura del equilibrio de los ecosistemas, reducción de la diversidad genética natural, contaminación de las aguas producto de los pesticidas, entre otros. El resultado para la población rural ha sido la mantención del círculo vicioso de la pobreza, exclusión social y de género, especialmente de la mujer indígena.