Se reemplaza la piel del fruto de la tuna por una cubierta comestible, que hace posible la mantención de la vida biológica del fruto (fruto fresco) e incentiva su consumo, al presentarse en una condición de "listo para comerlo". Se parte de la base que la demanda se ve restringida por la dificultad de pelar y el riesgo inherente de frecuentes pinchazos por espinas remanentes; además, se toma en cuenta una tendencia mundial a consumir de preferencia frutos frescos "ready to eat". Chile posee tierras aptas para el cultivo de este frutal, el que requiere mucho menos agua que la mayoría de las especies frutícolas existentes en el país. Se considera, como base, mantener al menos la vida útil que tienen los frutos sin tratar y se postula un incremento significativo, que puede servir para una eventual exportación futura. Se realiza un desarrollo de una unidad productiva a escala industrial, un estudio de factibilidad económica y de comercialización y se entregan resultados a los productores e industriales interesados.