La industria de los alimentos ha tenido un crecimiento sostenido tanto en el mundo como en nuestro país, el cual busca ser una potencia en la producción de productos frescos y procesados. Junto con el incremento en la elaboración y comercio mundial de alimentos, se ha producido un aumento de las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETAs), lo que genera preocupación en los distribuidores, clientes y consumidores, los cuales están más informados y más exigentes respecto a los productos que adquieren, y que a su vez también tienen gustos y preferencias variadas, como son alimentos producidos sin utilización de químicos (orgánicos), sin transgénicos, sin productos de origen animal (veganos), o bien buscan alimentos que tengan propiedades benéficas o de salud, como alimentos con probióticos, sin gluten, sin azúcar, etc. De este modo, hoy la industria alimentaria está sujeta al cumplimiento de una serie de normativas y protocolos, a través de la implementación de sistemas de gestión (obligatorios y voluntarios) de complejidad variada, que le permitan dar garantías de inocuidad y calidad de sus productos, y a la vez satisfacer las demandas de los consumidores.