La industria citrícola ha presentado un desarrollo sostenido en la última década, especialmente después de la apertura del mercado americano a las mandarinas (2005) y naranjas (2009), aumentando las exportaciones en un 20% y 38% para estas especies respectivamente, comparado con el año 2009 y 2010. En el caso del limón, las exportaciones presentaron un aumento del 21% para mismo período. El aumento en la productividad debe ir acompañado de una mejor calidad de fruta, especialmente en el caso del limón, que tiene que competir fuertemente con la fruta de Sudáfrica, EE.UU., España y Argentina. Sumado a esto, se tiene el bajo precio del dólar, lo que obliga a que el productor reduzca sus costos de producción para hacer más rentable su huerto. Como los cítricos se caracterizan por un desarrollo foliar abundante con varias ramas principales que sostienen las ramas de producción, la optimización de la distribución de la luz al interior de la copa del árbol se reduce considerablemente, dando lugar a zonas sombreadas por inhibición de la brotación, pérdida de superficie productiva, dificultad para cosechar y controlar plagas y pérdida de fruta por daño de ramas. Es así que la poda se convierte en una herramienta de manejo fundamental para el productor, quien lo hace bajo las instrucciones de un asesor o por lo que hace otro productor, sin cuantificar si el tipo de poda que realiza es la adecuada a su huerto, ya que en Chile se habla de al menos 3 sistemas distintos: copa, épsilon y puerta. Trabajos previos en Chile han demostrado que existen diferencias entre estos sistemas, principalmente en el control de plagas y reducción en el uso de mano de obra (menos JH en cosecha, poda y desbrota), además de mejorar la calidad del trabajo de los obreros.