La Araucanía, territorio descrito y elogiado por cientos de hombres que hace un poco más de un siglo llegaron a conocerla y enamorarse de estas tierras, su naturaleza y su gente. Otros intentaron conquistarla, y se vieron enfrentados a una fuerte resistencia jamás encontrada. En estas tierras no se puede pasar sin vivirla. La puedes abrazar desde sus lagos, su costa agreste, sus volcanes, sus bosques vírgenes y milenarios, o desde las llanuras del valle central. Para quienes hemos nacido o quienes han vivido una parte de su vida en este territorio, muchas veces nos hemos sentido visitantes, como estar en otro país, donde el mapuzdungun se hace primera lengua en una reunión en una comunidad o en un bus que se traslada de Lumaco a Temuco; o en las celebraciones italianas, suizas o árabes, donde en cada plato de comida hay también una parte propia de este territorio particular. Un prosciutto o queso con merken, una salsa con hongos de la región, un muday de trigo cashilla “de Castilla” y una diversidad de otras combinaciones que hablan de preparaciones adaptadas desde sus propias raíces.