Las centenarias viñas del Valle del Itata poseen un valor patrimonial enorme, por su legado histórico, simbólico y sociocultural. Para los productores, el cultivo de la vid es una tradición heredada y transmitida por generaciones, representando además la sobrevivencia de toda una forma de vida, rica en implicancias sociales, culturales y ecológicas. Este valle es considerado “un diamante en bruto”, donde pequeñas superficies de viñas se mezclan con los bosques. Antiguas parras traídas por los jesuitas, cepas profundamente arraigadas a tradiciones potentes y gente que ama lo que tiene, son algunas de las características que lo hacen un lugar único.