La oferta turística de la actual Ruta del Vino, se basa en la realización de una serie de actividades por parte del turista, en las que realiza una breve visita a los viñedos, las bodegas y finalmente disfruta de una degustación del producto vino. Por tanto, se observa la ausencia de un nicho de conocimiento en la inducción al turista, basado en las diferentes labores agrícolas de las viñas. Además, no se detecta ninguna interacción del turista con el proceso vitícola y la identidad sociocultural de estos valles. Es por ello, que a través del proyecto se fomenta el conocimiento y el posicionamiento de la marca en la región. La idea surge, a través de las necesidades detectadas, de crear una alternativa más económica, a las actuales rutas del valle de Colchagua, y de atraer a nuevos turistas interesados en vivir una experiencia histórica y sobre todo para cubrir la falta de servicios turísticos que muestren el proceso de manejo y recolección de uva, ya que el turismo de la Ruta del Vino, se centra en el producto enológico.