Actualmente la gran mayoría de los apicultores en el país se dedican a polinizar, obtener miel a granel, los que son entregados a empresas nacionales exportadoras, obteniendo buenas ganancias a costa de los productores incapaces de exportar directamente. Es una línea de comercialización que presenta serios problemas, tanto de precio a los pequeños productores como de variedad en la oferta, todos venden lo mismo. Desde hace solo un par de años algunos se están atreviendo a desarrollar un producto algo más acabado, pero solo se refiere a diseños de etiquetas más atractivas y fraccionando en envases de plástico y vidrio, pero solo a nivel local. Lamentablemente en nuestro país no se tiene una cultura consumidora de miel, pues solo se le mira como un remedio para el resfrío y dolor de garganta. La gran mayoría de las personas desconocen su aporte nutricional y su verdadero poder medicinal, más aún desconocen que con su alto porcentaje de glucosa, se pueden realizar fermentaciones, proceso base para el desarrollo de otros productos como es el caso del vino. Este problema del bajo consumo de miel (70 grs/año v/s 600 grs/año en Europa) se refleja hasta en los supermercados donde la miel solo aparece en algunos dulces, galletas y un par de cereales, lamentablemente en estos tres casos la miel es sometida a altas temperaturas, perdiendo todo su aporte nutricional. En el caso de restaurantes y hotelería el caso es más negativo, porque la miel prácticamente no se utiliza. Otro problema presente en la apicultura nacional es la falta de valor agregado a los escasos productos terminados que se generan en el país y la falta de estudios para desarrollar otros nuevos, permitiendo resaltar sus atributos de calidad, a fin de llegar a distintos grupos de consumidores ávidos de variedad.